Es parte de la naturaleza humana no satisfacerse nunca,
es parte de la idiotez humana, creer que la felicidad es una finalidad.
La felicidad es el extremo de una oposición (el sufrimiento). Como una regla: cada vez que nos acercamos a los extremos el sentimiento se intensifica. No importa si se conoce mucho o poco de uno. Se conoce, y eso es suficiente. Luego de conocer la tristeza, nos deslizamos hacia la felicidad, una vez que la encontramos todo se vuelve aburrido. Y cada vez más aburrido y cada vez uno siente que tiene menos cosas para quejarse, siente que no tiene ninguna cosa y se siente vacío. Por que la felicidad es eso. Es un estado pleno de saciedad, nada más. A nadie le gustaría sentirse lleno de comida para siempre. No tendríamos ganas de probar nuevas exquisiteces ni de juntarnos a celebrar y elaborar una rica cena, por ejemplo. Por que la felicidad completa no es otra cosa que el sufrimiento de no tener deseos. Un sufrimiento quizá inconsciente. Pero es eso.
Existe en la felicidad la culpa también, la culpa por querer más (aún sin más espacio), entonces uno se aplasta, y se deja ser, se aburre, y se es tan feliz que desea morir, porque ya no hay nada que hacer.
La armonía consiste en buscar el equilibrio, el deseo que arrase la felicidad hasta ponerla al borde del quiebre mismo. ¿Qué darías por ser feliz? y ¿Qué cosas valen más que tu felicidad?
Deseos,
lo que está en el centro,
lo que garantiza el equilibrio.
Por eso, el sentir culpa por encontrar el estado de felicidad y querer consumirlo es factor de la misma felicidad, ausencia de un deseo. Un deseo real.
Los deseos son parte de la naturaleza humana, y pienso que es común enjuiciarlos hasta hacerlos desaparecer.
Solo hay que dejarlo entrar y la felicidad mantendrá su estado, y la tristeza fluirá.
También el éxtasis y la emoción,
y un sin fin de sentimientos que nos hacen sentir vivos, y bien.
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