y trato de unir las piezas de cada gesto,
el compás de la mirada.
Lo que decís guionando lo que sentís
y ya no puedo disimular más,
me lleno de vos, de mi,
del vaivén
de los labios
(¿no crees que besamos muy bien?)
de la comisura de la boca
de tu espalda
de tu vientre
de mi pelo
del calor, cómo arde
del sujeto que dijo cualquier cosa en la parada del colectivo mientras yo trataba de penetrar tus ojos tratando de no tentarme: ni lo uno ni lo otro.
La revelación la busqué,
de eso no hay duda.
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