Vos sos como un anuario escolar, tenes adolescentes dando vueltas alrededor de tu corazón, preguntándote todas esas cosas, disminuyendo tu capacidad de ser o decir que es más de lo que en realidad sabes. Me acuerdo cuando aquel chico rubio de pelo corto te pasó a buscar una vez por tu trabajo. Llovía, dijiste, y ambos pensaron (posteriormente) que la lluvia de alguna manera los atraía, los hechizaba. Esa noche fueron juntos a una librería y se sentaron a escuchar a dos o tres escritores que exponían sus respectivos libros y aunque prestaban atención a la charla, ambos se escrutaban de reojo, como acordándose de algo que seguro recordarían al observarse.
No hubo besos, ni promesas. Augurio de lo que vendría, meses después.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario