Yo los miro y me da ternura, pero es mas bien pena de verlos ahí tan asfixiados, luchando por un poco de comodidad y vuelvo a mirar, esta vez detalladamente y la ternura vuelve a florecer y es que en realidad forman una cárcel preciosa llena de palabras que quieren salirse de sí y abrazar cada instante que puedan, como un paseo en una tarde perfecta (y todos sabemos cuán perfectas pueden llegar a ser esas tardes) e impregnarse en alguien, y qué placer que ese alguien sea yo y entonces me olvido y ya es mañana y los libros siguen hacinados ¿te das cuenta?
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