El sueño estaba compuesto como una torre formada por capas sin fin
que se alzaban y se perdían en el infinito
o bajaban en círculos perdiéndose en las entrañas de la tierra.
Cuando me arrastró en sus ondas la espiral comenzó
y esa espiral era un laberinto.
No había ni techo ni fondo,
ni paredes ni regreso.
Pero había temas que se repetían con exactitud.
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